DIOS, DAME PACIENCIA
"Mas el fruto del Espíritu es... PACIENCIA" Gálatas 5:22.
Paciencia: perseverar, permanecer bajo... soportar...es perseverancia ante situaciones difíciles o cosas que cuesta sobrellevar. Es sujetarse, someterse a la voluntad de Dios frente a la oposición o la opresión. No es pasividad. La paciencia es resistencia, perseverancia, tolerancia, longanimidad.
Longanimidad: capacidad de sufrir durante largo tiempo los abusos de los demás sin amargarse ni resentirse.
Es un don Espiritual que tiene la capacidad de soportar.
Colosenses 1:11 “Fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo”.
La paciencia es una virtud que podemos aplicarla continuamente en nuestras actividades diarias. En realidad es fe en acción.
Dios nos ordena tener paciencia, esto es, hacer frente a nuestra impaciencia. Efesios 4:1-2 “Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor”.
No se trata de algo mágico que viene sólo por orar o leer un pasaje de la Biblia. Debemos cultivar este fruto y trabajar en ello desde diferentes ángulos.
La ejercitamos expuestas a situaciones que nos desbordan, personas difíciles, etc, y para llegar a salir aprobadas, debemos tomar una actitud de trabajo y acción continua.
Colosenses 3:12-13 “Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.
Hermosa vestimenta que nos otorga nuestro Salvador, ser embellecidas con un carácter santo, que refleje una vida separada para él.
La paciencia es necesaria en nuestro diario vivir. La necesitamos al enfrentamos a todo tipo de situaciones. Por ejemplo en la crianza de nuestros hijos, en nuestra relación matrimonial, ante compañeros de trabajo, frente a un jefe exigente, cuando padecemos una enfermedad, etc.
Nos ayuda a mantener relaciones difíciles, soportar situaciones cotidianas normales o muy graves.
Nuestra ubicación en Cristo es privilegiada y adquirimos una conducta piadosa conveniente. Como vemos no es algo que sale solo, debemos trabajar y cumplir voluntariamente la orden de andar con paciencia y vestirnos de ella.
¿Qué es lo que nos quita la paciencia?
Lo que nos quita la paciencia es la falta de confianza en Dios y su providencia continua. Dejamos que esta carencia abarque todas las áreas y nos domine y lleve a la impaciencia. Esto lo podemos ver en nuestros hijos, esposo, la limpieza de la casa, hacer compras, algún familiar, algún vecino que necesita algún favor o quizás te está causando muchas molestias, el trabajo, una enfermedad, etc.
Fortalecemos ideas equivocadas y no logramos ver a Dios. ¿A qué me refiero? Ideas equivocadas, quizá crees que hoy va ser un día diferente porque has orado, así que te aferras y confías en tu pensamiento; pero tu hijo es el mismo, tu esposo también, tu jefe no ha cambiado. Esto va produciendo un desgaste en ti y te aleja de Dios.
Debemos entender los tiempos del Señor, si son tiempos difíciles con nuestros hijos por ejemplo, debemos trabajar en la confianza en Dios y aferrarnos a lo que él dice y no a lo que podemos ver hoy en ellos. De la misma manera es con todo lo demás que enfrentamos diariamente.
Son realidades con las que luchamos todas nosotras y continuamente.
La impaciencia nos aleja de Dios.
Confiar en su providencia diaria
En todo lo que sucede, esto provoca que vivamos vidas sometidas a Él y crezca el hermoso fruto de la paciencia.
Hebreos 10:35-39 “Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Porque dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá y no tardara.
Mas mi justo vivirá por la fe;
y si retrocede, mi alma no se complacerá en el.
Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma".
La paciencia surge de una relación con Dios
La paciencia se desarrolla naturalmente a medida que crecemos en Dios y dependemos del Espíritu continuamente. El fruto de la paciencia en todos los aspectos (longanimidad, capacidad de soportar, perseverancia, etc), está íntimamente relacionado con nuestro amor a Dios.
¿Cuánto amamos a Dios?
¿de cuánto es digno él para nosotras?
¿es digno de que rindamos nuestro carácter a él, y empecemos a vivir una vida para él?
Al comenzar a trabajar en nuestro carácter y pedirle a Dios más amor y devoción por Él, sí o sí, comenzamos a experimentar más paciencia. La naturaleza pecaminosa comienza a morir y la vida de Cristo crece en nosotras. Entonces comenzamos a ver el fruto de la paciencia en nuestra vida y relaciones.
La paciencia es una sumisión completa a Dios, a su voluntad y carácter. Por lo que esto implicará el soportar, sufrir, tolerar, comprender y amar.
En colosenses 1:11, se nos exhorta a "que andemos como es digno del Señor, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad".
Osea, que podemos y debemos andar conforme a la potencia de su gloria.
Esto es glorioso y un privilegio para todas nosotras.
Comentarios
Publicar un comentario