Rinde tu autocontrol y depende de Dios



Gálatas 5:22-23 "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley".
Esta es la clase de fruto que el Espíritu de Dios produce en nosotras.

Para poder llegar a ver fruto en un árbol hay varias cosas que no se pueden pasar por alto.
El fruto crece según la rama que permanece en el árbol, si ésta se corta, el fruto no puede crecer.
La Biblia nos dice:
Juan 15:5 "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer".

Si permanecemos en la vid, el Espíritu Santo produce en nosotros una sola clase de fruto: la imagen de Cristo en nuestra vida.
Permanecer significa: quedarse o persistir.

Los nueve frutos del Espíritu que acabamos de leer son las actitudes que caracterizan la vida de los que pertenecen a Cristo, sus hijos.
Toda esta lista requiere las mismas decisiones, la misma entrega.
Renunciar a nuestras pasiones y "permaneced" en la vid.
Para poder llegar a tener un carácter piadoso necesitamos sí o sí la gracia del Señor, esto no es nada humano. No intentemos lograrlo por nuestros propios medios porque terminaremos frustradas, desanimadas... comenzaremos a centrarnos en nosotras mismas y perderemos la fe en nuestro Salvador.
Debemos primeramente morir a nosotras mismas. Me refiero a una muerte continua de nuestra carne, permanecer en eso, persistir en esa postura firme. Arrancar todo lo que nuestra naturaleza pecaminosa ama, aunque duela. Depender de la gracia de Dios por completo.

Sé, sin lugar a dudas, que la conducta que vive este mundo no nos cuesta para nada, es algo que hacemos naturalmente. Pero para agradar al Señor debemos luchar contra nuestros deseos.
Esos deseos y pasiones que combaten continuamente en nuestro interior, por gobernar nuestros sentimientos y lograr que nosotras seamos el centro de todo.

Uno de los tantos de mis versículos favoritos es este:
Hebreos 4:15 "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado".

Jesús, al participar de la naturaleza humana, demostró su compasión y amor. Aunque él nunca pecó, comprende nuestras debilidades, porque pasó por cada prueba que pasamos nosotras, cada una de ellas... sin embargo, la gran y sublime diferencia: “él nunca pecó".

No tenemos que dar lugar a pensamientos y sentimientos que nos engañan y llevan a compadecernos de nosotras mismas y creer que nadie nos entiende.
El mismo que permite esas dificultades, entiende que nos cuesta. Entiende cada una de las circunstancias que nos rodean.
Dios nos deja muy claro que no va a permitir una lucha más fuerte de la que podamos llevar.

1 Corintios 10:13 "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar".
¡Qué gran verdad! Saber que en cada situación difícil, Dios mismo nos dará la salida. Nos hace salir de nuestro control y depender de Dios.

Lo que pasamos nosotras no es diferente a lo que están pasando muchas hermanas nuestras en otros lugares. ¡Miremos al Señor!
Ser cristiano es ser parte de un reino que no pertenece a este mundo, y Dios va moldeándonos conforme a su Hijo, nuestro Maestro y Señor.


Verónica Rodas


.

Comentarios

Entradas populares