Salmo 21 - Necesitas de la intervención de Dios



¿Quieres enfrentarte a todos tus enemigos? necesitas de la intervención de Dios. A veces nosotras mismas somos nuestras peores enemigas. Sí, así es. Tus peores enemigos pueden ser: tu egoísmo, tu manera oscura de ver las cosas, tu falta de búsqueda de Dios, etc... Y a esto se suma: pecado, orgullo, culpa, fracasos, ataduras, soledad…
David en los versículos 1 al 6, menciona victorias obtenidas por la intervenciones de Dios y por esto se llena de alabanza, está feliz por tener siempre la ayuda, aprobación e identidad en Dios. ¡Qué rico sabor de victoria! Leámoslo:

Salmo 21:1-6
"El rey se alegra en tu poder, oh Jehová;
Y en tu salvación, ¡cómo se goza!
Le has concedido el deseo de su corazón,
Y no le negaste la petición de sus labios. Selah
Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien;
Corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.
Vida te demandó, y se la diste;
Largura de días eternamente y para siempre.
Grande es su gloria en tu salvación;
Honra y majestad has puesto sobre él.
Porque lo has bendecido para siempre;
Lo llenaste de alegría con tu presencia".

Nada puede confundir a David, él está firme en quien cree y nadie puede hacerlo cambiar de opinión. No solo menciona lo que Dios ha hecho sino que en los versículos siguientes detalla victorias anticipadas, las que vendrán:
"Por cuanto el rey confía en Jehová,
Y en la misericordia del Altísimo, no será conmovido.
Alcanzará tu mano a todos tus enemigos;
Tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.
Los pondrás como horno de fuego en el tiempo de tu ira;
Jehová los deshará en su ira,
Y fuego los consumirá.
Su fruto destruirás de la tierra,
Y su descendencia de entre los hijos de los hombres.
Porque intentaron el mal contra ti;
Fraguaron maquinaciones, mas no prevalecerán,
Pues tú los pondrás en fuga;
En tus cuerdas dispondrás saetas contra sus rostros.
Engrandécete, oh Jehová, en tu poder;
Cantaremos y alabaremos tu poderío" (vers. 7-13).

Necesitas de la intervención de Dios y hoy puede ser un buen comienzo, pero... ¿cómo empezar? rindiéndote, reconociendo esos gigantes que no te dejan acudir a Dios. Desenmascara a cada uno de tus enemigos, todos ellos te mantienen lejos de la vida abundante que tienes en Cristo.
Muy de apoco y sin darte cuenta terminas teniendo a Dios por basura. No sigas así, pon un freno y toma decisiones. Llena tu corazón de admiración y pasión por Dios. Sírvele, dale gracias, vive para él.
"El rey se alegra en tu poder, oh Jehová;
Y en tu salvación, ¡cómo se goza!
Le has concedido el deseo de su corazón,
Y no le negaste la petición de sus labios" (vers. 1,2).

Busca su intervención.


Verónica Rodas


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