Salmo 27 - El mejor refugio en el peor peligro



Él es todo lo que necesitamos hoy. David dice que Dios es:
- “Su luz”: ya no vive en oscuridad, es su guía y quien lo mantiene en la dirección correcta.
- “Su salvación”: recibió un regalo impagable, liberación de todos los enemigos, un corazón limpio.
- “Su fortaleza”: es fortalecido por completo en medio del peor peligro.
Vive en plena luz, salvación y fortaleza. Sus enemigos no pueden hacer nada malo contra él, es libre de cualquier temor, está confiado en estos tres puntos importantes.

Salmo 27:1-3
"Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
    Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos,
Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.
Aunque un ejército acampe contra mí,
No temerá mi corazón;
Aunque contra mí se levante guerra,
Yo estaré confiado".

En plena confianza, dice que necesita vivir en la casa de su Señor “todos los días”, no puede desconectarse o dejar de pasar tiempo con él. Necesita estar en ese lugar seguro “todos los días de su vida”. Quiere vivir en los mejores brazos.

"Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo" (vers. 4).
El mejor refugio en el peor peligro. Dos puntos claves que experimentamos de una relación única con Dios:
“Me ocultará”
“sobre una roca me pondrá” ¿cómo dudar de alguien que te cuida de esta manera?

"Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;
Me ocultará en lo reservado de su morada;
Sobre una roca me pondrá en alto.
Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,
Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;
Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová" (vers. 5,6).
Nunca Dios estaría cerrado a escuchar un corazón como el de David: clama para que Dios lo escuche y le responda y no solo se queda con eso, sino que lleva a su voluntad y emociones a “buscar su rostro”. Esta búsqueda íntima de David es una característica de los hijos de Dios.

"Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;
Ten misericordia de mí, y respóndeme.
Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Jehová;
No escondas tu rostro de mí.
No apartes con ira a tu siervo;
Mi ayuda has sido.
No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación" (vers. 7-9).
Aunque las personas que más consideraba David podían dejarlo, el sabía que su verdadero refugio venía de Dios.
"Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
Con todo, Jehová me recogerá.
Enséñame, oh Jehová, tu camino,
Y guíame por senda de rectitud
A causa de mis enemigos.
No me entregues a la voluntad de mis enemigos;
Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad" (vers. 10-12).

Si David no hubiera creído en Dios, no hubiese podido avanzar ni terminar la carrera que él le confió. Él toma la actitud de un guerrero, se esfuerza, se fortalece y espera en Dios.

"Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová
En la tierra de los vivientes.
Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová" (vers. 13,14).

El Salmo termina con una palabra que nos cuesta vivir en medio del peor peligro: “espera”. Y no solo dice “espera” sino que esa espera debe ser "en Jehová".

No dejes que nada te confunda, recuerda: Él es el mejor refugio en el peor peligro.


Verónica Rodas


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