Salmo 28 - ¿Estás necesitada de un libertador? renueva tu esperanza



Es inevitable tener problemas, de hecho en el día seguramente tienes varios, ja. Ahora, ¿cómo solemos actuar en esas situaciones complicadas? David nos muestra qué hacer.
Dice:
Salmo 28:1
"A ti clamaré, oh Jehová.
Roca mía, no te desentiendas de mí,
Para que no sea yo, dejándome tú,
Semejante a los que descienden al sepulcro".
¿Entiendes la solución de David? él tenía claro que no iba a buscar en nadie más que en Dios. Solo en él encontraba la ayuda y cuidado que necesitaba; sabía que si no actuaba así, el resultado que viviría sería como aquellos que están muertos.
David habla con aquel que intercede por nosotros, Jesus. Clama lleno de humillación, a Dios. La humildad y reverencia nos acercan a nuestro Padre. Es un padre sumamente cercano y a la vez... ¡tan inmenso!

"Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti,
Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo".
Clama por protección y se siente seguro con la ayuda de Dios.
"No me arrebates juntamente con los malos,
Y con los que hacen iniquidad,
Los cuales hablan paz con sus prójimos,
Pero la maldad está en su corazón.
Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos;
Dales su merecido conforme a la obra de sus manos.
Por cuanto no atendieron a los hechos de Jehová,
Ni a la obra de sus manos,
El los derribará, y no los edificará" (vers. 2-5).
Qué importante es lo que hace David: él necesita un libertador y por medio de la oración renueva sus fuerzas. Empieza a enumerar sus faltas, sus terribles pecados, pero lo hace directamente delante de Dios. Es sincero con aquél que le escucha y no deja que la amargura y el temor llenen su corazón. Después de estas terribles declaraciones y sabiendo que Dios esta con él, comienza una alabanza.
Expresa y afirma lo que Dios es para él: “bendito”, “me escuchó”, “mi fortaleza”, “mi escudo”, “confío en él”, “mi ayudador”. Piensen en la alabanza de David a Dios. Su corazón inflamado de pensamientos positivos hacia Dios. Él cree en Dios y su corazón encontró la plenitud en él: “se gozó mi corazón”, “con mi cántico le alabaré”.

"Bendito sea Jehová,
Que oyó la voz de mis ruegos.
Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré" (vers. 6,7).
Dios es su grandioso libertador. Sigue diciendo:
"Jehová es la fortaleza de su pueblo,
Y el refugio salvador de su ungido" (vers. 8).
No solo es mi libertador sino es el libertador de todos sus hijos. Nos ha adoptado y eso es un precioso regalo.
"Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad;
Y pastoréales y susténtales para siempre" (vers. 8,9).
Esta es nuestra seguridad, un Padre que nos cuida, guía, pastorea, sustenta siempre, pone su mano sobre nuestros enemigos y los frena. Es todo lo que necesitamos. Nos salva y nos bendice en todo momento y no es algo momentáneo, es para siempre.

No busques más en lugares equivocados ¿necesitas un sustentador? ¿estas necesitada de un libertador? te animo a que confíes y te entregues por completo en las manos de Dios.
Renueva tu esperanza.


Verónica Rodas


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