Salmo 38 - El clamor de un pecador arrepentido



El clamor de un pecador arrepentido: “No me desampares”, “No te alejes de mí”, “Apresúrate a ayudarme”.
Este clamor resume la oración de alguien que se reconoce pecador y que pide la ayuda de Dios en su vida. David nos muestra con ejemplos terribles la gravedad de su dolor, y lo más sorprendente de esto es su valentía frente a sus consecuencias y sufrimientos. Él no esconde nada, deja bien claro lo que siente y está viviendo. Expone su situación claramente. Sabe que Dios está “enojado” por como él hizo las cosas, pero también sabe que le ama: “Oh Señor, mi salvación”.

Salmo 38:1-4
"Jehová, no me reprendas en tu furor,
Ni me castigues en tu ira.
Porque tus saetas cayeron sobre mí,
Y sobre mí ha descendido tu mano.
Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;
Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.
Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;
Como carga pesada se han agravado sobre mí".

Reconoce todo lo que el pecado hizo en él. "Soy un cuerpo enfermo y lo reconozco. El pecado me ha enfermado".
"Hieden y supuran mis llagas,
A causa de mi locura.
Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,
Ando enlutado todo el día.
Porque mis lomos están llenos de ardor,
Y nada hay sano en mi carne.
Estoy debilitado y molido en gran manera;
Gimo a causa de la conmoción de mi corazón" (vers. 5-8).

David sigue siendo completamente sincero ante Dios. Sabe claramente que Dios lo conoce, conoce lo más profundo de él. Cuando vamos a Dios con esta actitud, algo cambia en nosotros. Podemos ver lo grabe que es nuestro actuar y la necesidad que tenemos de clamar a nuestro Salvador.
"Señor, delante de ti están todos mis deseos,
Y mi suspiro no te es oculto.
Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,
Y aun la luz de mis ojos me falta ya.
Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,
Y mis cercanos se han alejado.
Los que buscan mi vida arman lazos,
Y los que procuran mi mal hablan iniquidades,
Y meditan fraudes todo el día" (vers. 9-12).

Dios te va a responder. Él sabe lo que tú necesitas hoy, sabe exactamente qué es lo que te hace bien. Acude a él para resolver tu problema. Reconoce la gravedad de tu condición, acepta las consecuencias y corre a Cristo por salvación.
"Mas yo, como si fuera sordo, no oigo;
Y soy como mudo que no abre la boca.
Soy, pues, como un hombre que no oye,
Y en cuya boca no hay reprensiones" (vers. 13,14).

Corre a Cristo. Mira cómo David se responsabiliza de su pecado y actúa:
"Porque en ti, oh Jehová, he esperado;
Tú responderás, Jehová Dios mío.
Dije: No se alegren de mí;
Cuando mi pie resbale, no se engrandezcan sobre mí" (vers. 15,16).

A pesar de las complicaciones y circunstancias, "estoy listo para las consecuencias":
"Pero yo estoy a punto de caer,
Y mi dolor está delante de mí continuamente.
Por tanto, confesaré mi maldad,
Y me contristaré por mi pecado.
Porque mis enemigos están vivos y fuertes,
Y se han aumentado los que me aborrecen sin causa.
Los que pagan mal por bien
Me son contrarios, por seguir yo lo bueno" (vers. 17-20).

"No te alejes de mí, Señor, yo fui un necio y me alejé de ti, pero por favor, Dios, apresúrate a ayudarme, tú eres mi Salvación". David termina con tres peticiones: “No me desampares”, “No te alejes de mí”, “Apresúrate a ayudarme”.
"No me desampares, oh Jehová;
Dios mío, no te alejes de mí.
Apresúrate a ayudarme,
Oh Señor, mi salvación" (vers. 21,22).

¡Qué oración!, el espíritu Santo trabajando en el corazón de David para que reaccione y dé lugar a Dios en su vida. Desde esa desesperación, hasta terminar con un ruego que lo abarcó todo.
Si estas en la oscuridad más extrema... ¿has pecado? ¿has estimado tus deseos por encima de Dios?... clama como lo hizo David: “No me desampares”, “No te alejes de mí”, “Apresúrate a ayudarme”.


Verónica Rodas


.

Comentarios

Entradas populares