Salmo 41 - Descansa en Dios



Aquellos que conocen a Dios y han vivido su gran amor, tienen un corazón tierno. En este Salmo se les llama “bienaventurados”. A veces nos damos el lujo de endurecer nuestro corazón y nos volvemos  insensibles a la necesidad de los demás pero aquí nos encontramos con un corazón que agrada a Dios, que vive en una realidad espiritual donde es impulsado por Dios. El corazón reflejado aquí es aquel que se despoja de uno mismo y sale a rescatar al necesitado como lo hizo Jesús. David confía que Dios lo sustentará, se despoja y se aferra a las promesas de Dios.

Salmo 41:1-3
"Bienaventurado el que piensa en el pobre;
En el día malo lo librará Jehová.
Jehová lo guardará, y le dará vida;
Será bienaventurado en la tierra,
Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;
Mullirás toda su cama en su enfermedad".

Qué hermosa promesa de nuestro Señor, que "él nos va a atender en nuestra enfermedad". David  clama pidiendo la misericordia de Dios. En medio del dolor y la enfermedad, por encima de la salud física necesitamos estar bien espiritualmente, como David. Él necesitaba recibir perdón. Estaba quebrantado y en medio de ese dolor, se humilla y pide ayuda a Dios. Mientras, sus enemigos esperan lo peor para su vida y divulgan falsas noticias. Puedes pensar quizá en ese "amigo" que te viene a visitar y cuando sale de tu casa dice lo peor de ti, inventando cosas que él mismo se imaginó. Terrible daño.
"Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;
Sana mi alma, porque contra ti he pecado.
Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:
¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?
Y si vienen a verme, hablan mentira;
Su corazón recoge para sí iniquidad,
Y al salir fuera la divulgan" (vers. 4-6).

¿Te ha pasado de no querer recibir gente en tu casa para no ser lastimado? Amigos que se transforman en enemigos. David estaba enfrentado esta tormenta. Imagina aquellos amigos con los que no tenías diferencias, aquellos con quienes puedes descargarte y te escuchan, súper confiables. Con estos, luchaba ahora.
"Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
Contra mí piensan mal, diciendo de mí:
Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
Alzó contra mí el calcañar" (vers. 7-9).

David renueva su confianza en Dios, apela a a su misericordia. Nos deja un ejemplo de aquellos que quieren agradar a Dios. Confiesa con su boca su integridad. Se da cuenta que en medio de esta traición puede apelar al Señor.
"Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar,
Y les daré el pago.
En esto conoceré que te he agradado,
Que mi enemigo no se huelgue de mí" (vers. 10,11).

David en medio del ataque de sus “enemigos”, guarda su corazón, sigue haciendo las cosas bien y puede ver el favor de Dios en esa forma de vivir:
"En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
Y me has hecho estar delante de ti para siempre" (vers. 12).

Termina este Salmo de la mejor manera, descansando en Dios en medio de un caos. Levanta su mirada y alza un cántico a quien se merece toda alabanza:
"Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,
Por los siglos de los siglos.
Amén y Amén" (vers. 13).

Wow!, qué maravilloso ejemplo. David podría haberse hundido ya que no solo luchaba con sus propias debilidades sino que tenía a su alrededor personas que le estaban haciendo mucho daño. Pero él no se queda en esa realidad visible, sino que va más allá. Cree que Dios le perdona y que está con él y levanta una alabanza a aquél Dios cercano y rescatador.
No te quedes con la realidad que ves, aprende a vivir en la realidad de lo sobrenatural y descansa en Dios.


Verónica Rodas


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