Salmo 60 - ¡Vuélvete a nosotros, Señor!



¿Has sentido que Dios te ha abandonado? David lo sintió y se cuestionaba esa situación:
“Oh Dios, tú nos has desechado”(Salmo 60:1).

Veía su mundo desmoronándose. Entiende que necesitan que Dios vuelva y es por eso que se lo pide en medio de su cuestionamiento:
“¡Vuélvete a nosotros!”, "necesitamos que nos restaures, vuelve tu rostro a esta ciudad asolada".
David sabía que esa era la mejor decisión y la única que funcionaría.

Salmos 60:1,2
"Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste;
Te has airado; !!vuélvete a nosotros!
Hiciste temblar la tierra, la has hendido;
Sana sus roturas, porque titubea" (vers. 1,2).

La situación es desesperante, por eso es vital que Dios vuelva. Están llenos de malas consecuencias y confundidos.
"Has hecho ver a tu pueblo cosas duras;
Nos hiciste beber vino de aturdimiento" (vers. 3).

En medio de esta amenaza, David tiene súper claro que la bandera de Dios debe mantenerse en alto. Es sumamente fuerte esta imagen, Dios siendo justo con ellos y mostrando sus terribles consecuencias y David decidido a seguir manteniendo la bandera en alto: “por causa de la verdad”.
"Has dado a los que te temen bandera
Que alcen por causa de la verdad. Selah" (vers. 4).

El camino de vuelta es volver a levantar la verdad en sus vidas y ser salvados de sus enemigos por la intervención de Dios. Fortalecer lazos más fuertes con Dios y formar una relación mas apasionada con él.
"Para que se libren tus amados,
Salva con tu diestra, y óyeme" (vers. 5).

Dios domina la siguiente escena, vuelve y conquista. Él esta en control de todo.
Como David y los suyos en esta situación, así nosotros en circunstancias similares... En medio del dolor, terror y desesperanza, la fe en sus promesas nos levanta.
“La voz de un Dios fiel ahoga todo sonido de temor” C.H.S.

¡Ahora vemos que Dios vuelve! ¡Qué alegría! Dios habla:
"Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;
Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.
Mío es Galaad, y mío es Manasés;
Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;
Judá es mi legislador.
Moab, vasija para lavarme;
Sobre Edom echaré mi calzado;
Me regocijaré sobre Filistea" (vers. 6-8).

"¿Quién me va a dar la victoria? ¿Quién me guiara?... ¿conducirá? Tenemos que ir contigo".
"¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?
¿Quién me llevará hasta Edom?
¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,
Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?" (vers. 9,10).

Dios ha vuelto y ahora tenemos esperanza hacia el futuro. Ninguna lucha que enfrentemos solo con nuestras fuerzas va a terminar en algo bueno. Cuán necesario es entender que no sirve confiar en nosotros mismos y en nuestras capacidades. David lo entendía, su seguridad de victoria era Dios:
“En Dios, haremos...”.
"Danos socorro contra el enemigo,
Porque vana es la ayuda de los hombres.
En Dios haremos proezas,
Y él hollará a nuestros enemigos" (vers. 11,12).

Increíble, no solo “lo haremos en Dios” sino que él mantendrá al enemigo totalmente dominado bajo sus pies. La fe de David tuvo fruto en esta batalla.

Cuando Dios vuelve la diferencia es abismal; los recursos son miles, sus promesas son vitales.
Deja de confiar en la ayuda de los que tienes a tu alrededor porque es vano hacerlo. Pide a Dios que vuelva.


Verónica Rodas


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