Salmo 71- ¿A quién crees hoy?




Este Salmo tiene partes de otros Salmos y aunque no hace mención del escritor, queda claro que conocía cada uno de ellos. Él estaba lleno de las alabanzas que cantaban continuamente en el templo.

Cuánto necesitamos cada día antes de comenzarlo, recordar que:

1 Él es nuestro refugio

2 No vamos a ser avergonzados

3 Él es Justo

4 Él nos escucha

5 Él es un refugio seguro


Salmo 71:1-3

“En ti, oh Jehová, me he refugiado; No sea yo avergonzado jamás. Socórreme y líbrame en tu justicia; Inclina tu oído y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, a donde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza”.

Con esta perspectiva se puede enfrentar cualquier situación difícil. Necesitamos ir a Él “continuamente”.¿A quién crees hoy?


Vamos avanzando y mientras lo hacemos vemos que estamos llenos de retos que debemos enfrentar. Haz como el salmista y di:

1 Tú eres mi esperanza

2 Tú eres mi seguridad

3 Tú me sustentas

4 Tú eres mi Padre

No mires a nadie que quiera cambiar tu perspectiva sobre esta realidad que puedes experimentar hoy.

“Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento. Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; 
De ti será siempre mi alabanza. Como prodigio he sido a muchos y tú mi refugio fuerte” (vers. 4-7).


Pienso verdades y mi corazón se inflama de alabanza. ¡Qué necesario es ese ejercicio continuo! Le miro a Él y no queda duda.

“Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día” (vers. 8).


Vemos un Dios presente en la vida del salmista pero ahora, mientras va avanzando en edad, sigue pidiendo que Dios le acompañe y continúa su clamor. Sin duda no se siente un jubilado cómodo y con pocas metas por delante; vemos un hombre queriendo seguir en la batalla pero clamando a Dios por fuerzas.

“No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. Porque mis enemigos hablan de mí, Y los que acechan mi alma consultaron juntamente, diciendo: Dios lo ha desamparado; Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre. Oh Dios, no te alejes de mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro” (vers. 9-12).


Haz el ejercicio, ora por ello:

“Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma; Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan” (vers. 13).


Y después que pidas a Dios que controle a tus enemigos, sigue con fe, mirando al futuro:

"Mas yo esperaré siempre, Y te alabaré más y más" (vers. 14).


El salmista no se queda en un pensamiento hueco, en una fe solo expresada en palabras, dice:  

"Mi boca publicará tu justicia Y tus hechos de salvación todo el día, Aunque no sé su número. Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor; Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola. Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, Y hasta ahora he manifestado tus maravillas" (vers. 15-17).


Tenemos aquí sin duda, un soldado que no le da fin a su trabajo hasta que termine su labor en la tierra. ¡Cuánto necesitamos ser conscientes de estas verdades!

Si no has hecho nada todavía para Dios, es tiempo de que cumplas la verdadera función que tienes en esta tierra y lo hagas hasta que mueras.

"Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, Hasta que anuncie tu poder a la posteridad, Y tu potencia a todos los que han de venir y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso.Tú has hecho grandes cosas; Oh Dios, ¿quién como tú? Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, Volverás a darme vida, Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, Y volverás a consolarme" (vers. 18-21).


Vemos una vida llena de Dios y que claramente no es algo aislado; no es que de repente el salmista se ponía a cantar y a tocar un instrumento, no; Su vida estaba llena del conocimiento de su Señor.

No es tarde para que tú también lo puedas hacer.

"Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa, Oh Santo de Israel. Mis labios se alegrarán cuando cante a ti, Y mi alma, la cual redimiste. Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día; Por cuanto han sido avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban" (vers. 22-24).


Si miras a tu alrededor y no encuentras “buenos ejemplos”, aquí tienes uno. ¡Síguelo!



Verónica Rodas



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