Salmo 73 - No hagas comparaciones equivocadas, te quitan la esperanza



Salmo de Asaf.

Este Salmo nos muestra la tentación de un hombre que se dejó llevar por comparaciones erradas. Presenta una tentación que muchos solemos tener. Comienza hablando de que Dios es bueno con aquellos que le aman:

Salmo 73:1

"Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón".


Aquí viene la tentación:  Él ve la “prosperidad” de los que no obedecen a Dios. Vemos claramente un problema gravísimo: nuestra conducta se construye por medio de todo lo que dejamos entrar en nuestra mente y corazón; ¡ojo con eso!

"En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos" (vers. 2).

Empieza a perder la fe mirando a hombres que hacen todo lo que sus deseos quieren. Seguramente te vas a sentir identificado con esta crisis. Prácticamente dice: no les falta dinero, no tienen ningún problema, no tienen enfermedades, no son afectados por nada, logran todo lo que quieren... Un panorama súper confuso.

"Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte,
Pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales,
Ni son azotados como los demás hombres. Por tanto, la soberbia los corona;
Se cubren de vestido de violencia. Los ojos se les saltan de gordura;
Logran con creces los antojos del corazón. Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;
Hablan con altanería. Ponen su boca contra el cielo,
Y su lengua pasea la tierra. Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,
Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos. Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?
¿Y hay conocimiento en el Altísimo? He aquí estos impíos,
Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas" (vers. 3-12).


Es impresionante cómo alguien puede terminar completamente confundido cuando descuida su fe.

"Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,
Y lavado mis manos en inocencia; Pues he sido azotado todo el día,
Y castigado todas las mañanas" (vers. 13,14).


Ahora, desde el versículo 15, comienza a volver a la verdad y a entender sabiamente. Empieza a ponerle freno a la tentación. Pone límites a sus palabras, deja de decir cosas destructivas, cosas de las cuales se arrepiente.

"Si dijera yo: Hablaré como ellos,
He aquí, a la generación de tus hijos engañaría. Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí" (vers. 15,16).


Este momento es vital, en el versículo 17 dice: “Hasta que”. Hasta que empezó a buscar a Dios y entró en su presencia y entendió. Dios le guió y le empezó a mostrar la verdad y entonces, sus pensamientos comenzaron a ser renovados. Se dio cuenta de que había estado realmente en oscuridad, hundiéndose.

Una vez más podemos ver la diferencia entre buscar a Dios y no buscarlo.

"Hasta que entrando en el santuario de Dios,
 comprendí el fin de ellos" (vers. 17).


Su perspectiva cambió buscando a Dios. Ahora, la descripción de cómo terminarán aquéllos a quienes antes estuvo envidiando, es totalmente diferente: "Resbalarán, serán empujados a su propia destrucción la cual ocurrirá en un instante, serán consumidos por el terror, Dios desechará su falsa apariencia"...   

"Ciertamente los has puesto en deslizaderos; 
En asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente!
 Perecieron, se consumieron de terrores. Como sueño del que despierta,
Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia" (vers. 18-20).


Asaf se humilló completamente y reconoció su conducta equivocada y que fue un torpe.  

"Se llenó de amargura mi alma y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía;
 Era como una bestia delante de ti" (vers. 21,22).

Tiene una seguridad: “yo siempre estuve contigo” y por eso: “Me tomaste de la mano derecha”.

"Con todo, yo siempre estuve contigo; 
Me tomaste de la mano derecha" (vers. 23).


En medio de semejante cuestionamiento Dios vuelve a levantarle al punto que él afirma: “Me has guiado según tu consejo”; y no solo ahora ve ese gran amor de Dios, sino que sus pensamientos van hasta ese momento que todo cristiano anhela, dice: “después me recibirás en gloria”. Tuvo un cambio radical.

"Me has guiado según tu consejo,
Y después me recibirás en gloria" (vers. 24).


Ahora está en otra dimensión, más allá de lo natural.

"¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? 
Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen;
 Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre" (vers. 25,26).

Empieza a tener claro que lo peor que puede hacer es alejarse de Dios y que aquellos que se rebelan a él serán destruidos. 

"Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;
 Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta" (vers. 27).


Se dio cuenta de que simplemente al acercarse a Dios, todo cambia. Ahora ya no va a seguir enfocado en los malos que prosperan, sino que pone en Dios su esperanza. 

¡Cuánto necesitamos esa esperanza!

"Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
Para contar todas tus obras" (vers. 28).


No cometas más el error de compararte; mantente en el lugar más seguro que puedes estar, “en el altar de Dios”. Eso te mantendrá firme en tus convicciones y fuerte, sostenida de tu fundamento. Podemos tener esperanza aunque veamos todo lo contrario.



Verónica Rodas



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