Salmo 77 - Tus pensamientos no son el mejor remedio para tranquilizarte
¡Cuántas veces pecamos enormemente contra la misericordia de Dios! Te preguntarás cómo puede ser que hagas eso... y aunque pueda sorprenderte, puedes hacerlo con tus propios pensamientos.
Obliga a tus pensamientos a conformarse a las verdades de Dios y erradicarás este pecado de tu vida. Piensa en qué ha hecho Dios a lo largo de toda tu vida, en cada promesa cumplida y en las que aún llegarán y somete toda tu mente a su verdad. No confíes en ti misma para encontrar en medio de la crisis un consuelo verdadero.
Salmo 77, Salmo de Asaf
Al acercarse a Dios es sumamente decisivo comenzar con una oración sincera y Asaf hace eso. Sabe perfectamente que se está dirigiendo a Dios y lo hace un poco desesperado.
¡Me sorprende la sinceridad con que comienza su oración! Posiblemente fue una oración a gritos, dice: “con mi voz clamé a Dios”, y en medio de la oración no encontraba consuelo... Vemos que no era un "hermano positivista".
"Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y él me escuchará. Al Señor busqué en el día de mi angustia; Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; Mi alma rehusaba consuelo" (vers. 1,2).
Ahora entramos en la fase donde Asaf se hunde. Cabe detallar que él se hunde en medio de la oración; esto nos deja un dato súper importante: los días en los que estamos en crisis, son días en los cuales tenemos que orar más que nunca.
Asaf parece que en vez de levantarse en la oración, se hunde más: “se quejaba”, cuestionaba: “¿Se ha ido para siempre su amor inagotable? ¿Han dejado de cumplirse sus promesas para siempre? ¿Se ha olvidado Dios de ser bondadoso?”; mucha fe no demuestra.
"Me acordaba de Dios, y me conmovía; Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah. No me dejabas pegar los ojos; Estaba yo quebrantado, y no hablaba. Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos. Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón, Y mi espíritu inquiría:
¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? Selah" (vers. 3-9).
Asaf entra en razón, ¿y cómo lo hace? ya no deja que sus pensamientos bajen por sí solos, sino que reconoce que tiene una enfermedad y que necesita volver en sí, dice: “traeré”. Ahora voy a hacer lo que tengo que hacer: “me acordaré de las obras de Dios”. Sin duda, el mejor remedio para tranquilizarnos.
"Dije: Enfermedad mía es esta; Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Me acordaré de las obras de JAH; Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos. Oh Dios, santo es tu camino;
¿Qué dios es grande como nuestro Dios? Tú eres el Dios que hace maravillas; Hiciste notorio en los pueblos tu poder. Con tu brazo redimiste a tu pueblo, A los hijos de Jacob y de José. Selah" (vers. 10-15).
Y no solo se centra en lo que Dios ha hecho en él, a lo largo de su vida, sino que “hace memoria” de quién es Dios en medio de la creación.
"Te vieron las aguas, oh Dios; Las aguas te vieron, y temieron; Los abismos también se estremecieron. Las nubes echaron inundaciones de aguas; Tronaron los cielos, Y discurrieron tus rayos. La voz de tu trueno estaba en el torbellino; Tus relámpagos alumbraron el mundo; Se estremeció y tembló la tierra. En el mar fue tu camino, Y tus sendas en las muchas aguas; Y tus pisadas no fueron conocidas" (vers. 16-19).
Recordó que Dios guardó a sus hijos enviando líderes fuertes en él; lo había hecho en el pasado y lo seguiría haciendo a lo largo de la vida de Asaf, en eso pudo confiar:
"Condujiste a tu pueblo como ovejas por mano de Moisés y de Aarón" (vers. 20).
Vemos claramente que una oración sincera puede comenzar mal, puede comenzar en tristeza, en hundimiento, en gritos, en cuestionamientos... pero cuando vemos a Dios, nos tranquilizamos; cuando dejamos de pensar “humanamente” y comenzamos a ver a Dios, la oración llega a ser nuestro mayor tranquilidad.
No olvides: Tus pensamientos humanos no son el mejor remedio para tranquilizarte.
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